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Banco Sabadell se acerca al PSOE para defenderse ante un aumento del dividendo de BBVA que altere la opa

El regreso de la sede social a la provincia de Barcelona marca una gran división entre los que celebran la vuelta a la normalidad en Cataluña y quienes acusan al banco de maniobrar en busca de apoyos contra la operación.
  • Esto no es 2017 ni Banco Sabadell es el primero de todos los demás

La opa de BBVA sobre Banco Sabadell abre un nuevo capítulo a cuenta de la decisión del banco catalán de mover su sede social desde Alicante a Sabadell (Barcelona) -su ciudad de origen-. No por las consecuencias financieras, ya que desde este punto de vista no cambia las condiciones de la operación, sino por todo lo que conlleva ser la primera ‘exiliada’ del Ibex 35 en hacer las maletas y volver a casa. El contexto en el que este movimiento tiene lugar también ha alimentado el alboroto. La mudanza coincide en mitad del proceso hostil lanzado por el grupo de origen vasco para fusionar la entidad.

Los expertos consultados ven en la letra pequeña una mayor connotación política que económica, en un amago del banco presidido por Josep Oliu por «contentar y granjearse el apoyo de la bancada socialista», que gobierna tanto en el Ejecutivo central como en Cataluña. Desde la Generalitat, su presidente, Salvador Illa (PSC), ha defendido que la región va «por el buen camino, que es el de la estabilidad institucional, de la seguridad jurídica y de la generación de confianza». En la misma línea, desde Moncloa, enmarcan este paso como una vuelta a la «normalidad» tras la rebaja del clima de tensión en esta comunidad autónoma a causa de la ideología independentista.

Así lo ha defendido tanto el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, como la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, mientras el presidente, Pedro Sánchez, que ha participado este miércoles en el Foro de Davos, ha evitado pronunciarse al respecto. Tan solo se ha limitado a decir que en la opa deben tenerse en cuenta otros factores como la «cohesión territorial» o el peso de las pymes en el tejido productivo español. Algo menos satisfechos están en la Comunidad Valenciana, cuyo presidente, Carlos Mazón, vincula su marcha con la opa. «Es evidente que se ha decidido hacer algún que otro gesto a quien corresponda», ha esgrimido.

Precisamente, algunas casas de análisis como Bestinver consideran que este retorno sorpresivo «complica» los planes de Carlos Torres, presidente de BBVA, si bien el giro atiende más a razones políticas que empresariales, hay una pequeña posibilidad de que condicione la opa. «No debería, pero puede pasar», ha indicado el director de renta variable ibérica de Bestinver, Ricardo Seixas. Hay que tener en cuenta el componente simbólico que supone el traslado, especialmente, entre los inversores minoristas, sobre los que esta decisión puede influir a la hora de votar a favor o en contra de los planes de BBVA.

BBVA ha puesto encima de la mesa un canje de acciones de una acción por cada 4,83 de Banco Sabadell, montante que ha sido actualizado a 5,019 títulos como consecuencia del ajuste acometido tras el reparto de dividendos el pasado otoño, al que se debe incluir 0,29 euros en efectivo para mantener los términos planteados inicialmente, lo que equivale a 0,057 euros por acción.

El retraso en el calendario aumenta las posibilidades de que otro cambio en el precio incluya una mayor cantidad de ‘cash’, dado que cada distribución de capital debe ser descontada. Todo depende de si el periodo de aceptación de la opa se abre antes o después del siguiente pago al accionista, que tradicionalmente se abona durante el mes de abril en ambos casos. No obstante, la cantidad se conoce durante la presentación de los resultados anuales, por lo que las cifras pueden jugar un papel clave para atraer a más o menos inversores institucionales, que representan algo más del 50% en el caso del Sabadell.

Los analistas proyectan un nuevo beneficio récord, superior a los 1.600 millones para la firma presidida por Josep Oliu, que rendirá cuentas al mercado el próximo 7 de febrero. Lo hará más de una semana después de su ‘opador’, prevista para el 30 de enero, cuyas estimaciones arrojan unas ganancias históricas de casi 9.500 millones. Esto forzaría a ajustar de nuevo la ecuación de canje y subir la parte que recibirán los accionistas en efectivo, elevando el tono de la guerra de dividendos, que puede ser determinante en el éxito o fracaso de la opa.

En el momento actual, la opa está siendo examinada con lupa por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) después de que el pasado noviembre optara por pasarla a la denominada ‘fase II’, que requiere de un análisis en profundidad. Este proceso tiene una duración de tres meses, cuyo contador se para cada vez que solicita información, por lo aún falta para conocer su postura al respecto. No será hasta que se conozcan las condiciones cuando la opa afronta la posibilidad de entrar a ‘fase III’, que requiere la toma en consideración por parte de Economía -desde el que han expresado su negativa- y del Consejo de Ministros.

La oferta pública de adquisición ha tocado sensibilidades en el plano empresarial, dado que la fusión eliminaría el cuarto banco para muchas compañías. El rechazo es extrapolable a toda la sociedad catalana en su conjunto, que ve amenazado el papel que juega este territorio como polo económico de España. En este sentido, BBVA ha venido defendiendo que aunque en la teoría la sede estaría en Bilbao, contaría con dos centros operativos si el ‘matrimonio’ llega a materializarse: ‘La Vela’ en Madrid y las instalaciones de Sant Cugat del Vallès en Cataluña, desde el que potenciarían la provincia de Barcelona como un ‘hub’ de innovación a escala europea.

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